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Después de costearla con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.

Como habíamos perdido mucho tiempo y era ya peligrosa la navegación por haber pasado ya el ayuno, Pablo los amonestaba, 10 diciéndoles:

—Veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras vidas.

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